El reciente Encuentro Nacional Ambiental 2018, arrojó grandes perspectivas sobre las proyecciones para nuestro país, un compromiso por mejorar la calidad de vida, es algo que se viene construyendo progresivamente y que, desde la Cumbre de París, vislumbra un horizonte. Para alcanzar la meta es fundamental la articulación de las dimensiones social, ambiental y económica en los procesos de desarrollo, impulsando la sostenibilidad, la mitigación de los efectos del Cambio Climático, a través de una interacción entre la sociedad civil y los organismos del estado articulados por organizaciones que aceiten y den lugar a esos intercambios.
En cuanto a nuestro rol como ambientalistas, debemos alertar que somos la última generación que puede cambiar el curso del cambio climático. Y también, somos la primera generación que tiene que vivir con sus consecuencias. Esto se hace evidente en el reciente estudio desarrollado por la OMS, que determinó que más del 90% de los niños están en riesgo por la contaminación del aire, que afecta su desarrollo físico, daña su inteligencia y genera miles de muertes al año. Hoy 1,8 mil millón de chicos respiran aire tóxico.
Tenemos que trabajar para alcanzar las soluciones posibles, animarnos a bocetear respuestas a los desafíos ambientales críticos que permitan la transición energética hacia energías limpias que permitan proyectar mejores expectativas para las futuras generaciones.
Según información oficial, estamos avanzando en nuevos procesos de generación de energías limpias. Existen 88 proyectos en marcha: 16 en operación comercial y otros 72 con algún grado de avance de construcción, es decir, que efectuaron algún grado mínimo de erogación. Esto implica 3.200 megavatios, lo que también representa inversiones por 4.600 millones de dólares, en 19 provincias. Una normativa actualizada permitiría a los proyectos adjudicados y bajo contratos firmados con la Compañía Administradora del Mercado Eléctrico Mayorista (CAMMESA) extender la fecha de entrada en operación comercial (COD). Esta especie de prórroga tiene que beneficiar al Estado Nacional y no perjudicar a muchas empresas de hacer adquisiciones. Sin embargo, en los nuevos escenarios de la macroeconomía que desde abril en adelante han modificado sustancialmente la previsibilidad financiera y los planes económicos de los 157 emprendimientos adjudicados durante la Ronda 2 para conseguir financiamiento y otros de tandas anteriores, cada vez más caro y complicado de acceder.
El desarrollo económico y el cuidado del medioambiente son términos compatibles, no deben disociarse, es posible alcanzar una economía verde, sustentable y amigable con el medioambiente. Esperemos que prontamente la Administración Pública Nacional pueda encontrar una propuesta superadora a esta coyuntura necesaria para diversificar cuanto antes la matriz energética que la Argentina requiere en el siglo XXI.
(*) Director Ejecutivo de CEDyAT – UVT Ley 23.877. Recibió la Mención de Honor 2017 de la Asociación Argentina de Tecnología Nuclear (AATN). Director del Estudio de Impacto Ambiental para la extensión de vida de la Central Nuclear de Embalse, Córdoba.