La reforma laboral, estancada con algunos guiños desde el Vaticano

La ofensiva de los Moyano contra la Casa Rosada obedece a una multiplicidad de causas, pero una es secreta y confidencial. Aunque hay versiones cruzadas, una de fuente sindical dice que el Papa se habría reunido con Pablo Moyano. Dice también que Francisco prefiere actuar con cautela y prudencia, porque no quiere reabrir conflictos con Buenos Aires.

Pero en cualquier caso está preocupado por la situación social y descontento con la cúpula de la CGT por su actitud tibia frenta a la reforma previsional. Francisco tradujo -unos días después- sus posiciones en un hecho: evitó fotos con “los Gordos” y también con los sindicalistas K. Si efectivamente hubo encuentro con Moyano, habría sido a principios de noviembre. No se conocen fotos. Sólo circuló una, pero de la populosa audiencia general de los miércoles.

En un documento público conocido hace una semana, el Papa opina que los dirigentes sindicales deben dedicarse a defender a los trabajadores y no hacer pactos contra sus derechos. Poco tiempo después, vuelto de Roma, Pablo pateó el tablero. Primero cuestionó al Senado: “No voy a permitir que la Banelco vuelva al Senado.” Luego criticó el acuerdo de la CGT con la Casa Rosada y, al final, estuvo en la marcha de esta semana, junto al kirchnerismo.

Lo cierto es que quedó paralizada una de las reformas que el Presidente y los empresarios consideran clave: bajar el costo laboral. Anoche en la Casa Rosada confirmaban la situación: que está estancada y frenada. Pero los Moyano tienen su propio conflicto con el gobierno: existe una pelea dura por el futuro de OCA. Un sector oficial quiere evitar guerras y pactar con Hugo Moyano. El liderazgo se lo atribuyen a Mario Quintana y a Jorge Triaca. Ambos preferirían darle una salida financiera a la empresa para que Moyano no ponga palos en la rueda.

Pero la única solución viable pasa por una excepción impositiva, para que OCA salde una deuda fiscal de 3.700 millones de pesos. Alberto Abad se opone a otorgar un plan de facilidades de pago similar al que Ricardo Echegaray le dio a Cristóbal López. Mauricio Macri sigue muy de cerca todas las tratativas. Los “gurkas” de Cambiemos decían anoche que la detención de Noray Nakis era una advertencia al camionero.

El Presidente ayer tuvo un espaldarazo internacional, al asumir la jefatura temporal del Grupo de los 20. La Argentina había ingresado en 1999, pero de casualidad. Fue una decisión de las grandes potencias, por una cuestión geográfica y porque Carlos Menem los encandilaba. Están Brasil y México. Roque Fernández primero y Daniel Marx después -ya con Fernando de la Rúa- fueron clave para estar en el G-20. Cristina Kirchner y Axel Kicillof casi lograron un récord: España encabezó una movida, desde el 2011, para expulsar a la Argentina de la organización.

Canadá ejerció la conducción al comienzo y después se decidió que fuera rotativa entre sus miembros . Ya quedaban pocos países sin ejercer la presidencia y Macri tuvo ahora la fortuna de acceder a esa oportunidad.

La Casa Rosada desarrolló una política intensa para desplazar a los escasos competidores. Fue un premio al cambio en la política exterior. Pero esto no garantiza carta blanca. Donald Trump se deshizo en elogios hacia Macri y pocos días después frenó las exportaciones argentinas de biodiesel.

El Gobierno esta ansioso -desde diciembre del 2015- por lograr otra cosa: que el país sea miembro de la OCDE. Esa estrategia tuvo un oculto y severo traspié hace unas semanas. Se le informó extraoficialmente que la Argentina, por ahora, no ingresará y que tendrá que seguir esperando un largo tiempo.

Fue una comunicación “muy diplomática”. Gabriela Ramos, la directora de la organización, trasmitió que había mejoras en la Argentina, pero que la OCDE iba a darle prioridad a otros países que avanzaron en reformas más profundas, como Brasil, Perú, Croacia, Bulgaria y Rumania. Recién después le tocaría el turno a la Argentina.

Detrás de esta “tarjeta amarilla” estuvo Francia, que le puso bolilla negra al deseo de la Casa Rosada. Emmanuel Macron habla en público bien de nuestro país, pero tuvo gestos desconsiderados con Macri. Fue en el último contacto internacional de ambos. Eso provocó un fuerte cortocircuito de Macri con Macron. El presidente de Francia no quiso tener contacto y lo saludó en forma distante en un pasillo.

Macron es otro -como Trump- que va a los bifes. No hubo un solo funcionario de EE.UU. que se entrevistara con Macri en su reciente gira por Nueva York. Causa: Trump no se bancó que Macri recibiera -unos días antes- a Barack Obama. Francia operó en contra en la OCDE porque Macri suspendió una compra ya pactada -por Cristina- de cuatro barcos a un costo de 1.000 millones de dólares. Se sospecha de un fuerte sobrecosto del 25 % y de pago adelantado de coimas.

La Casa Rosada descubrió que no había contrato y anuló todo. Ahora hará una licitación internacional. La OCDE -igual – utilizó otros argumentos. Su informe focaliza en un problema: la inconsistencia fiscal del programa económico argentino. No es una novedad. Ese rojo genera una certeza: nadie cree en la pauta inflacionaria del BCRA para el 2018.

Nota de Marcelo Bonelli publicada en el diario Clarín. Copyright Clarín, 2017.

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