Julieta Silva tenía más del doble de alcohol permitido en sangre. “Pensé que había pisado un pozo”, describió la mujer ante la justicia luego del accidente.
La madrugada del 9 de agosto a la salida del boliche “La Mona”, en San Rafael, una pareja comenzó discutiendo. Julieta Silva se subió al auto y embistió a su novio Genaro Fortunato generándole la muerte por aplastamiento de cráneo, según reveló la autopsia. “Pensé que había pisado un pozo”, había declarado ante la justicia.
Tras el hecho, a la mujer de 29 años se le realizaron unos estudios en el hospital Schestakow de San Rafael, de los cuales arrojaron que Silva tenía más del doble de alcohol permitido en sangre para conducir. Es decir, 1,07% gramos de alcohol por litro de sangre cuando la ley provincial permite 0,5 gramos. Además, la fiscal espera los resultados del análisis toxicológico para determinar si la joven también consumió drogas.
La defensa de Silva, quien esta presa acusada de «homicidio doblemente agravado por el vínculo y por alevosía», intentará demostrar que no hubo alevosía ni intención de matar a Fortunato.
Por otra parte, un trapito que trabajaba en las inmediaciones del boliche y único testigo de la muerte del rugbier, compromete más a la mujer con sus declaraciones: “Lo pasó por arriba directamente, como si nada».
Según el testigo, ella subió al auto y Fortunato, para que no se fuera, se apoyó sobre la ventanilla, pero su novia aceleró y el joven cayó. “Cuando miro el auto, ya en 150 metros, la mina había pegado la U en medio de la calle no más, como pegando la vuelta para la ruta. Ahí yo lo quedo mirando, y el auto venía ligerísimo. El pibe estaba en la calle, no le dio ni tiempo de pararse al pibe porque ella lo pasó por arriba directamente, como si nada», relató.