La victoria de Manuel Adorni por La Libertad Avanza no es solo un triunfo electoral, sino un símbolo de un cambio de paradigma que parece estar dejando atrás la etapa del reinado del partido amarillo.
Por Luciano Datsira
La pregunta, que en principio puede parecer una exageración, en realidad refleja una de las lecturas más profundas que deja el resultado de las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires. La victoria de Manuel Adorni por La Libertad Avanza no es solo un triunfo electoral, sino un símbolo de un cambio de paradigma que parece estar dejando atrás la etapa del reinado del PRO.
La frase de Milei, aquella en la que afirmó que buscaba “ponerle el último clavo al cajón del kirchnerismo”, parece ahora tener un correlato en la forma en que el oficialismo porteño se está quedando sin respuestas y, quizás, sin espacio para seguir gobernando.
Las cifras no mienten. Adorni, con el 30,15% de los votos, conquistó la primera posición en un escenario que dejó en evidencia la caída del espacio amarillo en la capital del país.
Vale destacar que la participación fue apenas del 53,33%. Esto nos muestra una ciudadanía que ya no responde con la misma intensidad a un esquema tradicional que, hace años, parecía inamovible. Además marca un dato histórico, siendo las elecciones de CABA con menor participación desde la autonomía en 1994 y las de mayor ausentismo desde 1983.
Para el PRO, la derrota fue un golpe que llega en un momento en que sus internas estaban ya en crisis. La lista encabezada por Silvia Lospennato, apenas logró un 15,93% de los votos, quedando en tercer lugar y cayendo en todas las comunas. Los mapas muestran un escenario desolador: sin poder retener su control en ningún barrio central, y con un declive que pone en riesgo la mayoría en la Legislatura porteña.
La derrota de Mauricio Macri, cara visible de la campaña junto a María Eugenia Vidal, se vuelve entonces un K.O político sin atenuantes, un recordatorio de que en la política actual, las mayorías ya no son solo una cuestión de historia, sino de adhesión activa y cambio de rumbo.
Este escenario de caída de la fuerza de la vieja guardia macrista no es un hecho aislado. La atomización del voto, sumada a la división en la oposición ayudó a que el PRO no lograra ni siquiera alcanzar el piso del 20% que habría sido suficiente para mantener el quórum en la Legislatura. Es decir, en un proceso en el que la participación fue baja, la intendencia y las bancas que parecía garantizar el bloque fundacional de Juntos por el Cambio ahora parecen estar en riesgo, en medio de un escenario donde nuevas fuerzas políticas emergen con fuerza y dejan en evidencia el fracaso de un liderazgo que creía tener cadenas de hierro en la capital.
La realidad indica que la vieja guardia del macrismo enfrenta ahora su momento más difícil, con un horizonte incierto y un liderazgo desgastado, muy lejos de la figura imbatible que solía ser.
Con la victoria en CABA, Javier Milei parece confirmar que las ideas de la libertad y la renovación terminan siendo tan potentes que pueden sacudir el sistema político en su núcleo.
Cómo queda el panorama político en PBA tras el triunfo libertario en CABA
La victoria de Manuel Adorni en las elecciones de la Ciudad fue interpretada en la Casa Rosada como una señal contundente del declive del PRO y una oportunidad estratégica para avanzar sobre su estructura política.
En este contexto, el presidente Javier Milei dejó en claro que las negociaciones en la provincia de Buenos Aires con sectores del macrismo continúan su curso, sin necesidad de contar con el aval de Mauricio Macri. La idea que predomina en el oficialismo es clara: acelerar una migración dirigencial desde el partido amarillo hacia La Libertad Avanza.
Entre los nombres en la mira se destacan Cristian Ritondo y Diego Santilli, figuras clave dentro del armado bonaerense del PRO, que ya venían planteando la necesidad de alcanzar un entendimiento con los libertarios.
Con el resultado electoral a su favor, el oficialismo cree que el escenario está dado para que ambos dirigentes acepten los términos de LLA y que, en breve, se concrete una imagen que simbolice esta nueva alianza. Las conversaciones, que venían gestándose antes de la elección, quedaron en pausa durante la campaña en la Ciudad, pero nunca se interrumpieron del todo.