Milei citó a sus funcionarios predilectos a un asado y tuvo una cumbre con diputados de la UCR. De qué hablaron y qué esperan para 2025. El jefe de Gobierno apuesta fuerte al adelantamiento de las elecciones. Habló con su primo Mauricio y con Carrió: la estrategia para desconcertar a los libertarios y al kirchnerismo.
Por Santiago Fioriti para Clarín
Javier Milei estaba emocionado frente a sus funcionarios predilectos. No lloró, pero estuvo cerca. Les agradeció la tarea, uno por uno, y hasta intentó hacer una videollamada con Luis Caputo, el ministro de Economía, que descansa en el Cumelén Country de La Angostura, para que no se perdiera la ceremonia. En la cena de Fin de año, que arrancó el jueves a las 21 en la Residencia de Olivos y se alargó hasta las 0.50 del viernes, el Presidente habló de los logros de su primer año de gestión y de los desafíos para 2025. Hubo alguna indirecta para Victoria Villarruel, a quien el Gobierno volvió a desairar al dejarla afuera del agasajo. No fue la única: también quedaron relegados los dos vicejefes de Gabinete (José Rolandi y Lisandro Catalán) y el secretario de Prensa, Eduardo Serenellini, lo que instaló una pregunta entre los asistentes: ¿Habrá más cambios en el corto plazo?
El Presidente no dijo nada ante sus ministros, pero en su habitual lógica conspirativa aventuró que el próximo año tendrán que conformar un equipo de gobierno bien compacto porque podrían confluir intereses externos e internos -el Partido del Estado, los agrupó- para intentar condicionar el rumbo o, directamente, interrumpirlo. “Bueno, vamos a ser el mejor gobierno de la historia o no seremos nada. Tendremos que estar con el cuchillo entre los dientes porque nos van a seguir atacando”, dijo.