Rogelio Frigerio fue el artífice del acuerdo que permitió la aprobación. Tuvo una puja interna con el jefe de Gabinete, y concesiones concretas.
Mauricio Macri consiguió un logro político trascendente: la aprobación del Presupuesto fue un claro signo de gobernabilidad.
Ocurrió por primera vez después de cinco meses de una crisis económica que tuvo a los tumbos a la Casa Rosada.
Fue también una señal clave para el Fondo Monetario Internacional: frente a las dudas, el Presidente confirmó que tiene el instrumento legal para llevar adelante los fuertes recortes.
En otras palabras: la media sanción mostró que conserva capacidad política para concretar y llevar adelante el impopular programa comprometido con el FMI.
La noticia facilitará hoy en Washington la aprobación del acuerdo: habrá desembolsos hasta fin de año por 14.000 millones de dólares y se alejará así el fantasma del default. A pesar del fuerte apoyo de Estados Unidos, hay directores europeos que cuestionan el convenio con Argentina. Primero por “lo generoso” que fue el préstamo: 57.000 millones.
Pero también porque dudan de que Macri pueda cumplir lo pactado: el “doble cero” fiscal y monetario en un año electoral.
En esa línea está el representante de Holanda y la dupla de Alemania (Steffen Meyer), y Francia (Herve de Villeroche).
Esta “troika” de directores cree que es peligroso que el FMI le dé plata a la Argentina en un año electoral. No quieren que se interprete como un aval del organismo a la reelección de Macri.
La defensa del “caso argentino” estará a cargo de director de EE.UU. El Tesoro le dio instrucciones a Mauricio Claver-Carone para sofocar cualquier rebelión contra la Argentina.
Se trata del principal accionista del FMI: a diferencia de Europa, Washington quiere garantizar la continuidad de Macri .
Christine Lagarde ahora tendrá un argumento de peso para defender al Presidente: la sanción del Presupuesto le otorga oxígeno a la Casa Rosada y garantiza que habrá ajuste.
Por eso, el tratamiento el miércoles estuvo cargado de incertidumbre y de una negociación amplia con la oposición: se usaron todos los tips de la vieja política.
También por esa importancia el kirchnerismo se jugó a todo o nada: no aprobar la media sanción, implicaba asestar un golpe de KO Presidente.
La sesión fue un verdadero escándalo y los legisladores -de ambos lados- mostraron un pobre debate sobre el Presupuesto.
La oposición desplegó artilugios propios de una “estudiantina”, más que sólidos argumentos para impedir el ajuste. Cartulinas, gigantografías, banderas y consignas propias de un viaje de egresados.
El oficialismo tampoco expuso argumentos sólidos: quedó reducido a justificar las medidas, para recibir la plata del FMI. Nadie habló de crecimiento y tampoco explicaron cómo harán para terminar con la inflación.
Axel Kicillof llevó adelante un impropio discurso para un ex ministro: muchos calificativos despectivos y ninguna idea clara.
Así lo dijo: “Esto es vergonzoso”, obviando su pobre gestión y las bochornosas negociaciones externas que llevó adelante: los abultados pagos a Repsol y el humillante acuerdo con el Club de París.
El convenio se firmó en el 2014 y aún se mantiene en secreto. Macri cambió a tres ministros y todos ocultaron su contenido.
Alfonso Prat-Gay, Luis Caputo y ahora Nicolás Dujovne evitaron hacer público el acuerdo con el Club de París: la complicidad con Kicillof sería para ocultar las lesivas cláusulas y lo escandaloso del convenio.
Rogelio Frigerio fue el artífice del acuerdo que permitió la aprobación del Presupuesto. Tuvo una puja interna con el jefe de Gabinete y negociaciones acaloradas con la oposición.
El ministro -al final- “ablandó” a los rebeldes y aceitó los votos con concesiones concretas: obras y fondos especiales para sus municipios y provincias.
Así hubo nueve provincias peronistas que recibieron aportes especiales. Todos los fondos surgieron de recorte concretos: la provincia de Buenos Aires.
El gabinete de La Plata, sostiene que hubo una poda fuerte: la Casa Rosada no reconoció 40.000 millones de pesos.
La situación generó un fuerte cortocircuito entre María Eugenia Vidal y la Casa Rosada. La gobernadora tiene apuntados a tres ministros clave: a Marcos Peña, al propio Frigerio y a Dujovne.
Pero el embate contra el trío esconde el verdadero enojo: le apunta a los ministros, para evitar confrontar con Macri.
El trío sostiene que la decisión tuvo el pleno aval del Presidente. Frigerio hizo una gestión final con Dujovne. Incluso también hablaron del tema el martes en el entretiempo de la cancha de River.
Dujovne se mostró inflexible y adujo que Macri estaba totalmente de acuerdo con el recorte bonaerense.
En la Quinta de Olivos -desde hace tiempo- afirman que la buena imagen de Maria Eugenia se sostiene porque Macri es quien pone la cara y absorbe los costos del ajuste.
Dujovne afirmó: “Si quiere ser Presidenta, que sea con su plata”.
Por eso, ahora Macri pretende que Vidal sea copartícipe del ajuste. En la Rosada le pasan la factura de que el “circulo rojo” especule -sin fundamento aún- con su eventual candidatura presidencial.
Ella no va a alzar la voz. Pero llevó adelante una acción fuerte: le pidió a la oposición que defienda en el recinto el dinero que se les quita a los bonaerenses.
Graciela Caamaño -del cuestionado, por la Casa Rosada, Frente Renovador- le cumplió: “¿Qué carajo quieren? ¿que estalle el Conurbano?”, vociferó.
La “crisis económica” consolidó el poder de acción en sólo tres ministros: Frigerio artífice del Presupuesto, Dujovne negociador con el FMI y Peña, como bastonero del Presidente.
El terceto es el más encumbrado. Pero eso desató algunas internas: a Peña no le gusta la figuración de Frigerio y recela de la mayor influencia que tiene Dujovne. El ministro recompuso su gravitación a fuerza de trabajo y del aval del FMI y tiene un gran desafio: domar la inflación y la recesión.
El jefe del Gabinete superó el mal trago que provocó su manejo de la crisis: debió entregar a tres hombres de su confianza, como Mario Quintana, Gustavo Lopetegui y el propio Federico Sturzenegger.
Pero empezó a tallar de nuevo: logró retener en el Presupuesto gastos para el año electoral que estuvieron en duda, como los destinados al manejo del “ejército” en las redes sociales. También consiguió imponer en la interna de la Casa Rosada la idea de que la crisis fue fruto de errores que al principio cometió su archienemigo Alfonso Prat-Gay.
Así, Macri lo dice en privado: “El error lo cometió Alfonso al disponer pautas de inflación tan bajas al inicio del gobierno”.
Eso fue en el 2015 y el gobierno echó al ministro en el 2016. La Casa Rosada -después – nunca corrigió las pautas de inflación.
Claro que la ecuación política es fácil: si el error fue de Prat-Gay, los actuales funcionarios estarían exculpados por la crisis que afectó la credibilidad en Macri.
De todos modos, el Presidente consulta al ex ministro. También lo hace con dos economistas de fuste: son muy habituales las reuniones con Carlos Melconian y Martín Lousteau. Ambos le hablan claro a Macri y son críticos. Quien decidió no conversar más es Roberto Lavagna.
Fue porque hace un año advirtió en privado sobre la crisis. Le anticipó al Presidente que era inevitable a causa del dólar barato y el déficit externo.
En el encuentro estaba Peña. Y Lavagna recibió una lacerante respuesta a su comentario, en Olivos: le dijeron que tenía una “visión vieja” de la economía.