Argentina es el principal productor de sangre pura de carrera de Latinoamérica y el cuarto a nivel mundial. Una ley que la respalda, a punto de caer.
OPINION – ROBERTO PICO
La industria hípica emplea a más de 81 mil trabajadores de forma directa e indirecta en la Argentina, lo que significa que unas 320 mil personas obtienen ingresos de una actividad con sello nacional y casi desconocida en sus aspectos centrales.
Las cifras no son caprichosas, surgen de un extenso trabajo encargado al estudio de Orlado Ferreres por cuatro de los más importantes criadores del país cuyo objetivo fue definir los alcances de una rama productiva descalificada por el conjunto de la sociedad pero con un importantísimo impacto especialmente en los estratos inferiores de la población.
Con 7.405 nacimientos (datos a 2016), Argentina es el primer productor de sangre pura de carrera de Latinoamérica y el cuarto a nivel mundial, apoderándose del 8,1% del total global. Con el agregado de un hito que ningún otro sector puede mostrar: en los últimos 13 años superó en performance a Japón. En 2003 Argentina produjo 5.819 ejemplares y los nipones 8.488. En 2016 los números fueron 7.405 contra 6.901 a favor de los criadores nacionales.
En parte, este crecimiento se sostuvo por la implementación de la Ley del Turf de la provincia de Buenos Aires, donde se producen el 73% de las pariciones.
La norma surgió para que la hípica tuviera una herramienta para competir contra la proliferación de bingos, la instalación indiscriminada de slots, la multiplicación de jugadas de quiniela, y la aparición indiscriminada de juegos de resolución instantánea (raspaditas).
La ley deriva parte de la recaudación de los tragamonedas computada en el Fondo Provincial de Juego (Fo.ProJue) a sostener la actividad en los hipódromos de San Isidro, La Plata, Azul, Tandil y Dolores.
Este esquema pretende ser modificado por la gobernadora María Eugenia Vidal, quien envío un proyecto para eliminar esa subvención, pero sin ofrecer alternativas para compensar la pérdida de ingresos.
El estudio realizado por Ferreres consignó que la actividad hípica emplea a 81.738 trabajadores, de los cuáles 16.246 son directos y 32.492 indirectos, con unos 33 mil no registrados.
Para darle dimensión: tomando los empleos directos y según los registros oficiales del Ministerio de Trabajo (SINAP), la industria hípica emplea más trabajadores que la pesca, es la cuarta parte de todo el complejo automotor, y la mitad de las licencias oficiales de taxis de la ciudad de Buenos Aires.
Los empleos en la hípica tiene una particularidad: no pueden ser reemplazados por máquinas y ocupan mayoritariamente mano de obra de baja instrucción.
Sobre la cantidad de establecimientos dedicados a la cría, el trabajo precisó que existen en el país 570 haras que emplean a 6.132 personas.
Cuando los SPC salen de los haras pueden establecerse en los hipódromos para la competencia como así también en campos privados.
El conteo precisó que hay 11.667 animales en competencia, que demandan una mano de obra de unos 6.000 trabajadores para sólo ponerlos en la pista.
El sistema de competencia en la Argentina está manejado por los Hipódromos oficiales de San Isidro, La Plata, Palermo, Azul, Tandil y La Punta.
Palermo y La Punta tienen un esquema económico de los conocidos mundialmente como “Racinos”, una mezcla de “Racing” (carreras) y “Casinos”, ya que usan para el financiamiento de la hípica dinero proveniente de slots y juegos de paño.
Por diversas circunstancias –que incluyen la injerencia de la iglesia católica, el Estado bonaerense nunca quiso avanzar en los esquemas de racinos y para los hipódromos de San Isidro, La Plata, Azul y Tandil, dictó la ley 13.253 en 2004 por la cual se disponía el giro de una porción de lo recaudado por las máquinas tragamonedas al financiamiento hípico.
Esa cifra trepó en 2017 a $ 1000 millones. Cabe aclarar que no son fondos del Tesoro bonaerense, sino dinero que nace de una apuesta sobre una máquina tragamonedas. Vidal promueve la eliminación de ese apoyo, con el agravante de que no impulsa acciones para equilibrar las cuentas.
Esta delicada situación se da en medio de un momento floreciente para la hípica. El mejor padrillo en los Estados Unidos es Candy Ride, nacido en nuestra tierra, al igual que el último campeón Latinoamericano, Roman Rosso, coronado en marzo en Uruguay.
Estos resultados demuestran que el trabajo que se realiza es serio y de reconocimiento mundial, siendo la cría de SPC un producto típico con sello argentino. Por tanto cualquier respaldo estatal bajo la forma que se decida implementar traerá más beneficios que perjuicios.