La expectativa crece entre los fieles que aguardan con ansiedad el humo blanco que anunciará la elección del nuevo Padre Santo.
En un día cargado de expectativa, comenzó el cónclave en el Vaticano, el proceso mediante el cual los cardenales elegirán al próximo pontífice de la Iglesia Católica. El mismo sigue un estricto protocolo, con votaciones sucesivas hasta que uno de los candidatos reciba el apoyo de al menos dos tercios de los electores.
Antes de que iniciara el encierro, los purpurados participaron en una misa solemne en la Basílica de San Pedro. La celebración litúrgica, presidida por el cardenal decano, fue un momento de reflexión y oración antes de que los miembros del Colegio Cardenalicio ingresaran a la Capilla Sixtina, donde estarán aislados hasta que se llegue a un consenso sobre el nuevo sucesor de San Pedro.
Uno de los cardenales presentes expresó: “Es un momento de profunda comunión con Dios, en el que debemos dejar de lado cualquier interés personal y pensar en el bien de la Iglesia”.
Otro de los participantes del cónclave comentó: “El mundo entero nos observa con esperanza. Nos encomendamos al Espíritu Santo para que guíe nuestra decisión”.
El cardenal Giovanni Battista Re remarcó que “es fuerte la llamada a mantener la unidad de la Iglesia”, enfatizando la necesidad de cohesión entre los fieles en tiempos de cambios. Asimismo, pidió oraciones para que Dios conceda a la Iglesia un pontífice capaz de “despertar las conciencias de todos y las fuerzas morales y espirituales en la sociedad actual, caracterizada por un gran progreso tecnológico, pero que tiende a olvidarse de Dios”.
En este sentido, Re recordó que “la unidad de la Iglesia es querida por Cristo; una unidad que no significa uniformidad, sino una firme y profunda comunión en la diversidad”.