El Ministerio de Economía centra su trabajo en el aspecto financiero y, por ahora, sigue marginando la producción.
La actividad del gobierno del último viernes 13 es toda una semblanza de su perfil y dispara algunas reflexiones. El presidente, Javier Milei, en España con su agenda de propalar ideas de libertad y recibiendo premios que alimentan su ego, y en Buenos Aires un Ministerio de Economía enfocado en las finanzas, desplazando prioridades de producción y consumo.
Mientras el presidente se preparaba para otro discurso en Europa, en la Casa Rosada el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, recibía a gobernadores que le reclamaron que la actividad económica no despega y que eso está golpeando sus ingresos. La situación es común para todos los distritos y está demostrado con números concretos.
Desde la conformación de esa mesa en el despacho de Francos ya había una señal inequívoca. Economía sentó al secretario de Hacienda, Carlos Guberman, lo cual dejó en claro que la discusión es “la caja”. Para que no queden dudas, Francos les dejó una frase lapidaria:
“Si quieren más plata les transferimos más responsabilidades”.
No hubo mucho margen para el diálogo. Que el representante de Economía sea el secretario de Hacienda y brillen por su ausencia el de Industria, el de Agricultura o alguien que refiera a la producción revela que no hay otra prioridad para la gestión mileista que hacer del superávit fiscal un culto, más allá de cómo se consigue y de las consecuencias que provoque (Garrahan, por ejemplo).
Siguen confiados en que en algún momento el “efecto derrame” hará lo suyo.
Caputo se quedó en su despacho junto a su secretario de Finanzas, Pablo Quirno, cerrando un par de operaciones financieras para seguir sumando reservas al Banco Central, una obsesión muy superior a la de incentivar de alguna manera la actividad.
Tomó otros U$S 500 millones, refinanció vencimientos en pesos, y con el dinero de más “que le prestó” el mercado le ofreció al Banco Central comprarle deuda. Así, sumó dólares a las reservas y canceló próximas obligaciones. Nada que reprochar. A un par de cuadras, Santiago Bausili comenzó a contar los U$S 2.000 millones que le prestaron siete bancos internacionales para sumar a las reservas. Los metió en la caja fuerte y le dijo al mercado que tiene más de U$S 40.400 millones para sostener el tipo de cambio.
En los alrededores, las ventas por el Día del Padre languidecían. Y los gobernadores se iban de la Rosada con la sensación de que no hay cómo hablar de otra cosa que no sea “que cierren los números”.
Los analistas más críticos ponen el foco en la estrategia de “alquilar reservas” mediante este tipo de operaciones para mostrarle al mercado fortaleza y para cumplir con la meta firmada ante el FMI. Del otro lado de la biblioteca priorizan alcanzar los objetivos hasta que la economía tome velocidad.
“Esto no es nuevo, comenzó en agosto de 2022. Ya vimos esta película. No es cierto que la deuda sea para acumular reservas sin impacto. Hay falta de reservas, hay endeudamiento futuro y no se puede tapar eso. Y lo más preocupante es que los que están al mando lo llevan en la sangre. Son los mismos personajes. El endeudamiento les sale natural. Y eso, a la larga, es una droga que termina mal”, lanzó Carlos Melconian.
En los comercios, el Día del Padre pasó sin pena ni gloria. Según CAME, la actividad “dejó un balance con resultados dispares y un desempeño general débil para el comercio minorista”. Las principales estrategias aplicadas para motorizar las ventas fueron las facilidades de financiación con tarjetas de crédito y los descuentos por pago en efectivo, aunque su efectividad resultó limitada en un contexto con gran cautela por parte de los consumidores. Las ventas bajaron 1,7% interanual.
La interpretación del Ministerio de Economía es que ahora la gente tiene acceso a bienes durables (heladeras, lavarropas, autos, departamentos, etc.) y entonces tiene menos dinero disponible para la diaria. Cuánto menos, discutible.
En las últimas horas, los industriales metalúrgicos dijeron que en mayo la actividad cayó 1,1% contra abril, mes que se había parado todo por la incertidumbre de la salida del cepo. Y así se van sucediendo diferentes datos que hablan de una reactivación débil.
Que la inflación se desplomó es un hecho que se celebra. Aplauso, medalla y beso por la estabilización, pero la macro ya no alcanza. Apuntalar la producción y el empleo requiere de nuevas medidas.
¿El gobierno puede sentirse ‘no reconocido’ por su logro y quejarse por la nueva exigencia? Sí.
Pero justamente de eso se trata gobernar: ir por más, y mucho más, en Argentina.