El hombre cerró su puesto tras la muerte del titular de la fiscalía de la AMIA.
Luego de casi 3 años de la muerte de Alberto Nisman, apareció el hombre encargado del kiosco de diarios y revistas ubicado en la esquina del complejo Le Parc, donde vivía y fue hallado muerto de un balazo en la cabeza el fiscal de la AMIA. Alfredo Juan Zabaleta se presentó ante la Justicia y declaró la semana pasada ante el fiscal Eduardo Taiano.
Fue en los días previos a que el juez Julián Ercolini dicte el procesamiento al técnico informático Diego Lagomarsino como presunto partícipe de lo que el magistrado considera fue un homicidio y su testimonio dejó bastantes dudas entre los acusadores, es decir la Fiscalía y las querellas.
MIRÁ TAMBIÉN: Lagomarsino: “Se va a demostrar que no tengo nada que ver”
Tantas dudas generó en Taiano la declaración del supuesto kiosquero que decidió suspender la audiencia ante la posibilidad de que pueda ser considerado como un imputado en la causa, es decir un acusado más en la trama de lo que el él y el juez consideran que se trató el homicidio de Nisman, según dijeron fuentes judiciales. Es más, el fiscal decidió secuestrarle su teléfono celular para investigar sus llamadas.
El testigo, identificado como Alfredo Juan Zabaleta, desapareció de la escena del crimen al día siguiente de conocida la muerte de Nisman, fue señalado por algunos vecinos del edificio que declararon en la causa e incurrió en numerosas contradicciones, según dijeron fuentes que estuvieron presentes en la audiencia.
«Como plomero estoy fundido, como diariero también. Yo conseguí un trabajo y no lo quiero perder por esta situación, trabajo en el Ministerio de Modernización, haciendo mantenimiento», declaró al fiscal.
El hasta ahora testigo explicó: «Fui y pedí trabajo, no me acuerdo el nombre del muchacho, Gowland, ese es el apellido (podría ser un asesor de Ibarra que a su vez es hermano del titular de la SIGEN, Alberto Gowland)… Yo fui a un político y le pedí que me dé trabajo».
«No lo quiero decir, no quiero perder mi trabajo… Yo le pedí al Presidente que me dé trabajo porque estoy fundido. A Mauricio Macri. Lo agarré en la calle. No era presidente en ese momento. Después me llamaron», declaró. Voceros del Gobierno dijeron no conocer el episodio..
Algunas de las contradicciones, según contaron las fuentes, estuvieron relacionadas sobre el conocimiento que tenía de Nisman, si le vendía o no diarios, en qué piso vivía el fiscal y los movimientos de su custodia. La sospecha es que este supuesto kiosquero hubiera sido una más de las personas que espiaban los movimientos de la víctima.
Una fuente de las querellas -la familia de Nisman- relativizó la importancia de esta declaración. «Nisman era custodiado y espiado por varias personas más. El kiosquero sería uno más. Es habitual que los servicios de inteligencia pongan puestos de flores o kioscos de revistas para espiar a sus objetivos», dijo esa fuente.
El kiosquero de pocos diarios y clientes fue mencionado incluso por el juez Ercolini en la resolución en la que resolvió procesar a Lagomarsino y cuatro ex custodios del fiscal muerto. Ercolini escribió que «resultan sugestivas» las «precisiones» brindadas por los vecinos en la causa sobre las «particularidades detectadas» respecto del kiosco de Aimé Paine y Azucena Villaflor, en Puerto Madero.
Ercolini sostuvo esta semana, en el procesamiento de Lagomarsino, que de la declaración testimonial de Zabaleta «surgen diversas inconsistencias que resultan llamativas, dado que entre ellas se advierte que en un primer lugar dijo desconocer al Fiscal General de la UFI AMIA, pero a la postre sostuvo que le vendía diarios y que incluso recordaba el piso en el que aquél vivía».
FUENTE: CLARIN