En el marco de la reunión de cancilleres, la guerra en Ucrania dividió aguas; en cuanto al acuerdo UE-Mercosur, Cafiero habló de “asimetrías” y Borrell de la “preocupación por la deforestación” en Brasil.
Por Jaime Rosemberg para La Nación.
En la previa, las esperanzas eran pocas, pero Europa llegó a la cumbre con los países de la Celac con un objetivo concreto: condenar la invasión de Vladimir Putin a Ucrania. “De esto vamos a hablar mañana”, había condicionado el Alto Representante de la Unión Europea, Josep Borrell, en su encuentro del martes pasado con el canciller Santiago Cafiero. Sin embargo, luego de horas de debate en el Centro Cultural Kirchner, y según reconocieron en conferencia de prensa posterior los mismos protagonistas, el objetivo fracasó por las diferencias entre quienes condenan a Putin y quienes optan por una visión más cercana al líder de la Federación Rusa, del que son aliados: Venezuela, Cuba y Nicaragua, que enviaron a sus respectivos cancilleres a defender esa postura a Buenos Aires.
“Los ministros reafirmaron su apoyo a todos los propósitos y principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas, para defender la igualdad soberana de todos los Estados y respetar su integridad territorial e independencia política”, reza el punto 4 de los ocho que lograron acordarse. Demasiado poco para quienes proponían una condena aún mayor. “No todos pensamos lo mismo, estos son ámbitos donde precisamente se expresan las diferencias”, dijo Cafiero en la conferencia de prensa posterior. “No todo el mundo lo ve igual”, dijo Borrell con tono resignado.
A pesar de que, según el propio Borrell, hubo acuerdo en que “todos tenemos la misma preocupación por los derechos humanos y las violaciones a los derechos humanos”, los tres países cuestionados por Washington también condicionaron al resto de los participantes del cónclave en este punto. “En el desafiante contexto geopolítico actual, los Ministros confirmaron la importancia de defender los valores compartidos en los que se basa la asociación birregional, incluyendo la promoción y el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales, la democracia y el Estado de derecho”, dice el comunicado.
No hubo menciones a las repetidas denuncias de la Unión Europea contra Nicaragua, que llevaron la semana pasada a la expulsión mutua de embajadores. Borrell dijo en la conferencia que está esperando “los avances” en el proceso de diálogo por la democracia en Venezuela. Cafiero y Borrell anunciaron que se consensuó una hoja de ruta, que prevé distintos encuentros y una reunión de presidentes de la UE y la Celac, a mediados de 2023 en Bruselas.
Acuerdo trabado
En los márgenes de la reunión entre los cancilleres de la Celac y la Unión Europea (UE), el gobierno de Alberto Fernández y el español Josep Borrell aprovecharon para discutir en conversaciones privadas la “resurrección” del acuerdo comercial UE-Mercosur, anunciado con bombos y platillos durante el tramo final del gobierno de Cambiemos, y nunca puesto en práctica en los hechos. La política ambiental de Brasil (ausente en la cumbre) y el proteccionismo de distintos países europeos son piezas claves de la imposibilidad de poner en marcha el trato.
Antes de ingresar al CCK para la reunión, minutos antes de las 9, el canciller Cafiero dio detalles de esa negociación, y también de los reparos argentinos. “El acuerdo viene desde hace veinte años, ha tenido algunos avances pero hubo una superposición con medidas de la UE ligadas con el pacto verde europeo, otro bagaje normativo que deja prácticamente obsoleto lo que se había negociado hasta aquí”, dijo el canciller.
“Lo que le planteamos a Borrell es la voluntad de continuar negociando, con vistas a lograrlo, porque en 2019 hubo avances, pero hubo medidas vinculadas a la economía verde y el cambio climático que afectaron a la producción del Mercosur”, agregó. “Protegemos el trabajo de los argentinos y argentinas, no es una cuestión ideológica, pero las asimetrías que hay desde lo productivo entre la UE y el Mercosur debe saldarse en algún lado, si no esto no es un acuerdo, no va a avanzar jamás”, dijo, y recordó que el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, candidato a la Presidencia en el ballottage del domingo próximo, se expresó en términos semejantes en favor del acuerdo pero también apuntando a “preservar el empleo y la producción en nuestros países”.
Enfocado en lograr una condena global del cónclave a “la agresión de Rusia a Ucrania”, Borrel reiteró a distintos medios de prensa de su voluntad de “desbloquear las negociaciones, que podrían ser beneficiosos para ambas regiones”, y reiteró que la UE es “el primer inversor” en América Latina, por encima aún de China y los Estados Unidos.
“Todo el mundo defiende sus intereses, no es nada nuevo. Hay sectores con ventajas y otros que afrontan una mayor competencia, hay que discutirlo y eso habremos de hacer”, dijo Borrell, y afirmó que el acuerdo firmado en 2019 “era un acuerdo de principios, un acuerdo general, después vinieron los problemas por la preocupación por el tema ambiental, la opinión pública europea sensibilizada por los problemas de deforestación”. Según Borrell, debe ser el Mercosur el que “resuelva” internamente este conflicto, centrado sobre todo en la postura de presidentes como el francés Emanuel Macron, muy crítico contra la política ambiental de Jair Bolsonaro al frente de la presidencia de Brasil. También Polonia y Hungría se oponen al acuerdo, sobre todo en defensa de su producción agrícola.
“Los europeos tienen reclamos de tipo ambiental, critican la deforestación y piden ciertos estándares de los productos que vienen de nuestros países. Pero nada impedía la continuidad de los acuerdos, lo que ocurre es que aquí algunos sectores económicos no quieren competir y por eso se oponen”, dijo a LA NACION el excanciller Jorge Faurie, firmante del acuerdo UE-Mercosur en 2019.
Alberto Fernández y la elección de Brasil
En la apertura de la conferencia, el presidente Alberto Fernández pareció referirse a las elecciones en Brasil, donde competirán Bolsonaro y Lula, éste último claramente el preferido del Gobierno. “Llamo a la reflexión a mi continente. No quiero que en ningún lado no se respete la democracia ni el veredicto popular ni se tergiversen los procesos electorales en marcha”, aseguró el Presidente, en referencia a las dudas expresadas cerca de Bolsonaro sobre la limpieza del escrutinio que definirá al próximo presidente.
“Tenemos que ponernos muy duros con los violentos, con los cultores del odio”, dijo el presidente Alberto Fernández ante el plenario de 54 representantes de países. Además de Brasil, faltaron los representantes de los países caribeños San Cristóbal y Nieves; Granada; Santa Lucía: Dominica y Antigua y Barbuda. Todos ellos con voz y voto en la elección del próximo presidente de la Celac, que se dará en el próximo enero, cargo que el Presidente aspira retener durante 2023.
Precisamente en el seno de la Celac, que se reunió por separado el miércoles por la tarde y durante cuatro horas, no faltaron los condimentos ni las disidencias políticas, anticipos del debate que se dio con la UE. La canciller de Chile, Antonia Urrejola, la emprendió contra su par de Nicaragua, Denis Moncada, en su reclamo por los presos políticos y la represión desde el gobierno sandinista. La andanada, de la que también participó la vicecanciller de Uruguay, Carolina Ache Battle, fue respondida por Moncada, quien negó las acusaciones con la “retórica” habitual de su gobierno, según contaron testigos a LA NACION. Horas después, su negativa a condenar a Rusia terminó torciendo la declaración final.