Precios y tarifas congeladas y dólar planchado. Los hombres de negocios, de mala gana, se sumarán. Y apodaron la iniciativa como aquellas frustrada de Raul Alfonsín. Sólo cambia la estación.
Por Marcelo Bonelli para Clarín.
El equipo económico prepara una suerte de “Plan Otoño”, para intentar contener la inflación y llegar a las elecciones con una economía menos dislocada. En el programa están involucrados el propio Martín Guzmán, Paula Español, Matías Kulfas y el titular del Banco Central. Santiago Cafiero lo monitorea por orden de Alberto Fernández.
La iniciativa se adoptó después de las fuertes críticas políticas que recibió el equipo económico por el recalentamiento de los precios. El cuarteto aceleró el armado a partir de un demoledor dato: el 4,8 % de marzo. El paquete incluye más controles de precios y regulaciones. Según la óptica oficial, intenta frenar la inercia inflacionaria.
La iniciativa se definió hace una semana. Hubo una reunión del gabinete económico-social, el mismo día que el Indec encendía las alarmas. Guzmán tuvo que participar de urgencia desde Madrid. El Zoom se recalentó y duró tres horas.
En esa reunión hubo cruces entre los ministros y pases de factura. Existieron críticas a la ineficiencia de Paula Español para controlar los precios y el remanido reproche a Guzmán porque dicen que actúa solo como “ministro de la deuda”. También hubo reproches fuertes contra Luis Basterra, por su pasividad frente al alza de la carne. Cafiero se trenzó fuerte con el jefe de Hacienda. Fue después de consideraciones políticas de Guzmán.
Después se unificaron y todos apuntaron contra los hombres de negocios. Hubo una crítica directa a la comunidad de economistas. Acusan a empresarios –con nombres propios- de abusar de sus posiciones dominantes. A “la profesión”, de provocar falsas expectativas inflacionarias.
Así lo expuso Guzmán: “Los economistas generaron una irreal expectativa inflacionaria, con sus alocadas proyecciones”. Y concluyó: “Esas proyecciones hacen que se remarquen los precios”.
También se habló de la falta de colaboración de los hombres de negocios. Cafiero dijo: “Ellos no acompañaron nuestras pautas macroeconómicas, como lo hicieron los sindicatos”. Y contragolpeó: “Ahora nosotros vamos a imponerles esas variables a la fuerza”.
El “Plan Otoño” tendría cuatro puntos esenciales e involucra controles, pero también decisiones monetarias, fiscales y del dólar. La cuestión se trató en la COPAL y también en la UIA. Los hombres de negocios –a mala gana– acompañarán a la Casa Rosada. Los dirigidos por Miguel Acevedo fueron los que bautizaron la propuesta como “Plan Otoño”.
En la UIA lo asocian por la similitud en la concepción con el recordado “Plan Primavera”. Fue un programa que impulsó Raul Alfonsín –en el último tramo de su mandato– con idéntico objetivo: contener los precios y llegar a las elecciones presidenciales. También había congelamiento.
Esa experiencia histórica terminó mal. Todo explotó el 6 de febrero de 1989. La actual –y siempre- decisión de congelar los precios de la canasta familiar tiene muchos desafíos para los funcionarios. Entre otras cosas: qué se hace el día después de que termina el control de precios. Para que ese control funcione –aunque sea temporalmente– se necesita cierta prolijidad fiscal, monetaria y cambiaria.
El Plan Primavera no la tuvo. Guzmán – desde Madrid – se comprometió políticamente a que la “macro” va a acompañar al congelamiento. La intención es converger hacia una inflación “aceptable” en vísperas de las elecciones de octubre.
La medida visible del “Plan Otoño” –como adelantó Clarín- será el congelamiento por un semestre de 100 productos de alto consumo popular. Paula Español intimó esta semana a las firmas líderes: les pidió absoluta celeridad en el armado. La funcionaria está urgida: la inflación de marzo le provocó fuertes criticas en el gabinete. Su propio “padrino” esta inquieto: la imagen de Axel Kicillof se deteriora con la escalada de precios en los barrios populares. Por eso, este sistema de control estaría acompañado con cuatro decisiones centrales.
Primero, una mejora en las cuentas fiscales por la “mayor” recaudación que facilita el precio de la soja en las nubes. Este jueves superó los 555 dólares: así se asegura la mayor recaudación desde 2014.
Cristina, Alberto y Máximo –otra vez– se verán beneficiados por el sector que más detestan: el campo. Cristina tuvo la suerte -en sus dos mandatos– de un ingreso extraordinario calculado en 300.000 millones de dólares. Cálculo del prestigioso Mario Brodersohn. Una cifra que no se invirtió para cambiar la estructura del país y se dilapidó en puro populismo. La vicepresidenta –al final– no dejó ni un dólar en el BCRA. Mauricio Macri lo recordó este lunes en una reunión de sus íntimos. El ex presidente dice que Alberto tiene un gran deterioro y preanuncia una inmediata crisis de Gabinete.
Por eso, el «Plan Otoño» –también- incluye una estrategia central: atrasar el dólar. El ingreso extra del campo fortalece esa peligrosa decisión. Ya desde enero, el billete oficial tiene un ajuste decreciente. Ahora, la estabilidad se profundizará. El precario plan antiinflacionario incluye una política monetaria más cuidada y, prácticamente, congelamiento de las tarifas. La ofensiva contra los precios tiene un componente político: mucha inquietud entre los caciques del Frente de Todos.
El equipo con compartimientos
La cuestión desató algunos encuentros furiosos. Antes de viajar a Europa, Martín Guzmán participó de un encuentro con Santiago Cafiero y Sergio Massa. Hubo una fuerte cruce. Guzmán fue duro y firme. Massa contragolpeó: “Vos habrás dado clase en Columbia, pero de Presupuesto e inflación sabemos todos”. El ministro -en verdad- tuvo la habilidad política de “correrse” del problema de la inflación. También tiene una coartada perfecta: el actual equipo económico tiene compartimentos estancos y divisiones que imposibilitan la toma centralizada de decisiones. Igual error al que cometió Mauricio Macri.
Guzmán le arrebató el manejo monetario y cambiario a Miguel Pesce. La pelea entre ambos aun no cicatrizó. Todos le tiran y responsabilizan a la secretaria de Comercio. Español – y su segunda Laura Goldberg– se quejan amargamente porque las ponen en el ojo de la tormenta. “Nosotros – dicen – tenemos que ser las malas de la película”. Matías Kulfas mantiene un diálogo cordial con los hombres de negocios. Eso enerva al Instituto Patria. El miércoles, Kulfas estuvo con Daniel Funes de Rioja. A la brevedad se reunirá con las poderosas cerealeras exportadores de granos. La CIARA elaboró un “memo” explosivo. Miguel Pesce tiene un borrador y una copia la recibió este jueves a Guzmán. Este viernes será el turno de Kulfas.
El documento – tiene tono constructivo – advierte una cuestión alarmante: que podrían faltar dólares entre junio y octubre. Dice que los productores se sentarán arriba de la soja a la espera del resultado electoral. El trabajo liderado por Gustavo Idígoras es concreto: Argentina facturará un adicional de 9.000 millones de dólares por la soja.
Pero advierte: los productores van a cubrir sus costos y después frenaran las liquidaciones de la cosecha. Así concluye el documento: la liquidación está garantizada solo hasta comienzos de junio. Después retacearán los billetes. La advertencia es concreta. En el BCRA la toman en cuenta y el directorio esta en deliberación constante: porque en caso de cumplirse esta predicción, el “Plan Otoño” puede saltar por los aires.