Así lo establece un informe de la UCA. Representa un salto de 10 puntos durante los cuatro años de gestión de Mauricio Macri.
La crisis desatada en la segunda mitad del año post elecciones primarias hizo de trampolín para que la pobreza superara los pronósticos más adversos y trepe a la peor cifra de la década. Esta condición en la Argentina representa actualmente al 40,8% de la población urbana, lo que equivale a 16 millones de personas. En caso de abarcar el área rural, la cifra ascendería a 18 millones. El 8,9% o 3.6 millones son indigentes urbanos o más de 4 millones si se incluye al sector agrario.
El informe fue presentado por el Observatorio de la Deuda Social, de la UCA (Universidad Católica Argentina) y toma en cuenta el tercer trimestre de este año, basándose en la “pobreza de ingresos” que surge de comparar los ingresos de los hogares con los valores de la canasta de indigencia y de la propia pobreza.
Las cifras de la UCA son muy similares a las del INDEC. Se estima que en este cuarto trimestre, el número de afectados habría seguido en aumento. Con relación a diciembre de 2015, cuando se ubicó en el 30%, la pobreza aumentó 10,8 puntos: son 4.500.000 de nuevos pobres urbanos.
Con relación al tercer trimestre de 2017 “representa un incremento de alrededor de 7 puntos y de 12 puntos con respecto al mismo período de 2017”, dice el relevamiento. Con el 59,5% sobresale la pobreza entre los menores de 17 años: son más de 7 millones de chicos y adolescentes que viven en hogares con carencias básicas. El porcentaje creció 13,4 puntos con relación al 46,1% de la medición de 2015. En otro alarmante dato, “más de 1,5 millones de niños/as y adolescentes viven en hogares indigentes”.
Al desglosar el estudio por regiones, el conurbano bonaerense es el territorio con mayor índice de pobreza (51,1%). En 2019, más de 3 de cada 10 hogares percibe algún tipo de programa social y que se incrementó respecto de 2018, pero igualmente crecieron la indigencia y la pobreza. “Si bien se considera necesaria la ampliación de las políticas de transferencia de ingresos y asistencia alimentaria directa, las mismas no resuelven los problemas estructurales”, explica la UCA.
Entre la clase trabajadores marginal y los hogares de la zona más golpeada de la provincia de Buenos Aires, la indigencia se incrementó de manera significativa a partir de 2013-14. “Las reiteradas devaluaciones, el aumento de la inflación, el estancamiento, el aumento del desempleo y las medidas de ajustes acordadas con el FMI explican el deterioro”.
Y ahonda: “El deterioro del poder de compra tuvo lugar en particular en aquellos hogares pertenecientes a los estratos más bajos. A eso se sumó un mayor deterioro laboral por pérdida o deterioro de los empleos, así como la imposibilidad de compensar ese deterioro con trabajos alternativos. Esto explica tanto el aumento de la tasa de indigencia como el aumento en la brecha de pobreza. Todo ello tuvo efectos negativos en términos de desigualdad económica”.
Durante el período 2010-2019, “los indicadores sociales muestran la persistencia de altos niveles de pobreza y desigualdades estructurales, de carácter tanto económico-ocupacional como socio-regional. Las relativas mejoras materiales y la ampliación de las políticas de protección social durante el último período no han sido suficientes para revertir los niveles de pobreza estructural”.