Pronosticar la economía argentina es tan difícil como alertar del granizo

El desvío en los pronósticos respecto a principios de año está cerca del 50%.


Por Roberto Pico

Los meteorólogos y los economistas son los “gurúes” más consultados en los medios para anticipar dos aspectos centrales de la vida cotidiana: qué nos ponemos a la mañana y si compramos o no dólares.

Los primeros tienen el estigma de “no acertar nunca” (aunque esto no sea cierto) pero sus errores tienen como consecuencia una mojadura inoportuna o la carga estéril de un paraguas. Sin embargo, cuando erran los hombres de los números se puede perder mucha plata.

Toda entrevista a un economista o afín incluye dos preguntas cantadas en cualquier momento y en cualquier lugar: ¿A cuánto va a estar el dólar? y ¿Cuál será la inflación?

Esta compulsa televisiva, radial, gráfica o digital, va formando lo que en economía se conoce como “expectativas”, que según los profesionales resulta una parte esencial de la actividad económica de un país porque define planes de inversión, toma de empleados, gastos de familia, etc.

Pero también es una herramienta que el sistema financiero utiliza para la toma de decisiones. De allí que el Banco Central decidió durante la presidencia de Federico Sturzenegger reimplantar el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM).

Este informe invita a los consultores y analistas privados a enviar sus informes mensuales con los que luego se realiza un amplio trabajo de análisis. Mes a mes, más de 50 profesionales participan de esta convocatoria.

¿Y cómo les fue este año de turbulencia? Bastante mal. Es verdad que varios economistas críticos de la política gradualista del gobierno advertían que el desenlace podía ser catastrófico, pero ninguno preciso “el cuándo”.

Los 55 participantes del REM que se publicó en febrero de este año tuvieron que corregir sus análisis iniciales tras la famosa conferencia de prensa del 28 de diciembre en la que se modificaron las metas de inflación de 12 a 15%.

Tras un mes de ajustes definieron que la inflación de 2018 se ubicaría en 19,9%, con un derrotero a la baja en torno al 1,3/1,4% hasta junio. A su vez, esperaban una reducción de la tasa de interés hasta ubicarse en torno al 22% en diciembre de 2018. Respecto del dólar lo ubicaban al alza hasta llegar a $22 por billete en el último mes del año. El crecimiento se calculó en 2,8%.

Las cifras se fueron manejando con leves expectativas al alza en los meses subsiguientes y unos 20 días de la hecatombe de fines de abril se esperaba inflación de 22%; tasa en el 24%, dólar de $22,6 y crecimiento de 2,5%.

La corrida cambiaria que se inició los últimos días de abril y se prolongó durante mayo y junio arrasó con todas estas previsiones, dejando a los analistas “fuera de juego”.

Pese a este “pifie” –ninguno advirtió la cercanía del quiebre de condiciones económicas- de nuevo los economistas están en el centro de la escena tratando de vislumbrar precio del dólar, tasas e inflación en el segundo semestre.

Cuando aún no está claro si se salió del ojo del huracán, la mayoría de las previsiones ya están un 50% por encima de las estimaciones del arranque del año.

Un trabajo privado -que encolumnó a unos 40 consultores en su mayoría participantes del REM- señaló que la inflación esperada para 2018 saltó al 30%; siendo las más pesimistas Citrigroup y FyE Consults, que la ubicaron en 32%. La más optimista es Econométrica que apunta a un 25%.

En el caso del tipo de cambio la visión es más homogénea ya que en la mayoría de las estimaciones se lo observa en $30 por unidad. En este caso el precio más alto lo ve Econométrica $ 32 y el más bajo Goldman Sachs $ 27.70

Así comenzó otra carrera de pronósticos, reseteando todas las máquinas y tras la tormenta de agua helada que aún nos azota y ningún “meteorólogo” pudo alertar cuando se desataría.

 

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