Los desafíos de la pospandemia

Una crisis de oferta y demanda puso en jaque las concepciones de amplios sectores de la teoría económica. La inyección de crédito demostró ser ineficaz para compensar los daños.


Por Liliana Franco para Ámbito.

La pandemia puso en jaque al mundo no solamente en su estructura productiva y sanitaria sino también dejó al desnudo la falta de respuesta de la economía a una crisis simultánea de oferta y demanda.

Más de un economista internacional como el premio Nobel Joseph Stigliz planteo el desafío de “re pensar la macroeconomía”.

El costo social ha sido muy elevado, pero “no todos perdieron” afirmaba el Premio Nobel y puso como ejemplo contrario a Jeff Bezos (dueño de Amazon) que aumentó su fortuna en miles de millones de dólares. La redistribución de la riqueza, la falta de cooperación internacional y los desafíos pospandemia aún son temas de discusión muy incipiente.

El mundo se debate entre el impacto de la segunda ola del covid-19 y las expectativas por los avances en el desarrollo de vacunas. Suponiendo la efectividad de estas vacunas, todavía es un interrogante cuán efectiva puede ser la compleja logística que demandará aplicar las dosis a la población.

En el terreno económico también hay amenazas. Tanto Stigliz como la economista Carmen Reinhart vienen alertando sobre los peligros que encierra el sobreendeudamiento que se viene observando en distintos agentes económicos, al punto que podrían derivar en una “crisis financiera global”.

Más aún, antes del brote de la pandemia, el FMI venía señalado su preocupación por el aumento del apalancamiento empresarial en numerosos mercados emergentes, donde gran parte de la deuda está denominada en dólares.

Así, seis meses después de la crisis del covid-19, la agencia S&P redujo la calificación de riesgo de más de un tercio de las empresas del mundo y de casi 60% de las compañías latinoamericanas.

Por esta razón es que líderes como Christine Lagarde, titular del Banco Central Europeo, proponen que los gobiernos no se basen sólo en la política monetaria, sino que adopten estrategias fiscales “más potentes”.

A modo de ejemplo, no se trata sólo de proveer liquidez para que las empresas y los particulares cuenten con créditos, sino que además son necesarias garantías para que los préstamos tengan un mayor alcance.

Stigliz critica la política de tasas interés neutras que llevan adelante las naciones desarrolladas. Por un lado, porque al ubicarse en 0% la tasa deja de ser un instrumento que se pueda utilizar para estimular la demanda. Pero también señala que un efecto perverso es sobre el empleo. Al ser tan bajo el costo del capital, la búsqueda de mayor eficiencia (y por lo tanto de ganancias) de las empresas se orienta a recortar los costos laborales, generando más desocupación en momentos en que el mundo lo que menos necesita es un aumento en el desempleo.

Viento de cola

Tras la brutal recesión provocada por el coronavirus en el orden planetario, dos elementos centrales apuntan a cambiar la suerte del mundo y ambos son favorables para la Argentina: la perspectiva de contar con una vacuna contra la pandemia y el triunfo de Joseph Biden en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos.

Las mayores expectativas para cuando el demócrata Biden se haga cargo de la primera potencia, se centran en los cambios que introduciría en la política exterior. Se espera una nueva etapa con menor conflictividad comercial y mayor cooperación multilateral, a diferencia de la estrategia de confrontación llevada adelante por el saliente Donald Trump y su política de “América First” -Primero los Estados Unidos -.

Los analistas internacionales consideran que Biden adoptará una postura menos agresiva que Trump en las relaciones económicas con China, aunque el conflicto seguirá abierto.

Mientras tanto, la economía global mundial se viene recuperando a fuerza de los enormes estímulos datos por los gobiernos para combatir al impacto del covid-19.

Para tener una idea de la magnitud del esfuerzo, el déficit fiscal se triplicó en el mundo – pasó de representar 3,9% del producto en 2019 a 12,7% en el año en curso- con los EE.UU. a la cabeza ya que el desequilibrio en este caso alcanzaría a 18,7%, según las últimas estimaciones. La gigantesca emisión monetaria en la que incurrió la Reserva Federal de los Estados Unidos y la continuidad de los programas de asistencia que mantendría como prioridad la administración Biden, seguramente determinarán que continuará la debilidad del dólar en los mercados internacionales.

Esta favorece a la Argentina toda vez que las materias primas se valúan en la divisa norteamericana. Por esta razón, junto con cuestiones climáticas, es que la soja pasó de valer algo más de 300 dólares a comienzos del año a superar los 400 dólares en las últimas semanas.

La previsible atenuación en la guerra sino americana también preanuncia un fortalecimiento de la moneda china. El país asiático utilizó la depreciación del yuan como respuesta a las medidas proteccionistas de los Estados Unidos, pero la tendencia se ha venido revirtiendo. Dicho de otra forma, el principal demandante de materias primas de la Argentina tendrá mayor poder de compra.

El debilitamiento del dólar y el fortalecimiento del remimbí también restan presión sobre las monedas de los países emergentes. Así, el real en Brasil ha dejado de apreciarse, una circunstancia que amplía las posibilidades de exportación de la Argentina a este mercado, el más importante desde el punto de vista de la colocación de manufacturas de origen industrial.

El acelerado desarrollo de las vacunas contra el covid (se logró en un menos de un año lo que antes tardaba 20) refuerza la expectativa de una recuperación mundial.

La última estimación de The Economist Intelligence Unit prevé que el planeta crezca 4,2% el año próximo, recortando la caída de 5% que se registraría en el presente.

Algo más optimista es el Fondo Monetario Internacional que proyecta una recuperación de 5,2% para 2021, tras una recesión de 4.4% en el presente año.

Pero particularmente importante para la Argentina es la recuperación que se proyecta para sus principales socios comerciales. China fue una de las pocas naciones que escapó a la recesión en el año en curso y tendría un crecimiento de 8,2% para el 2021. Más modesto, pero igualmente significativo, Brasil avanzaría 2,8%, siempre según el FMI.

El viento de cola alcanza también a los mercados financieros. La recuperación económica mundial, el debilitamiento del dólar y la suba en las cotizaciones de las commodities alientan a una rotación en las carteras de los inversores que recientemente comenzaron a apuntar a los activos de los mercados emergentes.

Los avances del tratamiento contra la pandemia, la recuperación de las economías, el debilitamiento del dólar y el aumento en los precios de las materias primas permiten entrever que 2021 traería viento de cola para la nave argentina.

No obstante, también es mucho el camino que resta por recorrer al país para insertarse de manera más ventajosa a las corrientes del comercio internacional, según los especialistas.

La Argentina se encuentra entre las 10 economías con menor participación en el comercio internacional (con relación a su PBI) del mundo.

Cuenta con escasos acuerdos comerciales – principalmente el Mercosur, uno de los menos dinámicos – cuando en el planeta tiende a multiplicarse los acuerdos de apertura regional – actualmente superan los 300, tres veces más que a comienzos del milenio -.

Además, se encuentra escasamente integrada a las cadenas globales de valor por donde el entramado de compañías internacionales canaliza tres cuartas partes del comercio mundial. De ahí que uno de los objetivos centrales sea participar de estos circuitos aportando productos con creciente valor agregado.

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