Los cruces entre Macri, Macron y Bolsonaro por el acuerdo Mercosur-UE

Además, el anuncio de un nuevo desembolso del FMI y el enojo del presidente por los supuestos cambios en su gabinete.

Mauricio Macri se molestó mucho. Fue una de las pocas pero fuertes broncas que tuvo en las últimas semanas, donde el dólar le da alivio y alegría el acuerdo con la UE. El Presidente fulminó en la intimidad una versión que surgió de la Casa Rosada, acerca de la integración de un equipo encargado de armar un próximo gabinete para un hipotético segundo mandato. Un calificado ministro le dijo a Clarín: “El trascendido cayó muy mal en el Presidente”.

La versión ya había retumbado en el mundo de los negocios: según los datos que manejaban, tres de los responsables de la crisis del 2018 proyectarían el gabinete del Macri reelecto.

El trío estaba conformado por Francisco Cabrera, Mario Quintana y el secretario de Energía, Gustavo Lopetegui. Cabrera fue eyectado del Ministerio de la Producción en plena crisis. Quintana y Lopetegui fueron considerados co-responsables del descontrol cambiario.

La información alertó a la cúpula de la UIA. Así se interrogaron: “¿Llaman para armar el próximo gabinete a los que chocaron la calesita en este gobierno? ”. En el “círculo rojo” fue lo más comentado: la integración de ese trío refleja que el próximo gobierno -de ganar Macri- volvería a cerrarse en lugar de buscar consenso para las reformas. Por eso, el dato también molestó a Miguel Pichetto. El senador peronista interpretó que era una jugada interna, para acotar su eventual gestión futura. Y también que el ala antiperonista dura del PRO pretendía marcarle la cancha.

El Presidente se apuró a cortar todo rápido. No quiere que nada interfiera en su único objetivo: lograr la reelección. El mismo lunes lo habló con Marcos Peña. El jefe de Gabinete compartió el malestar con el Presidente y trató de aclarar la situación.

Ambos llegaron a una conclusión: la información surgió para intentar poner en el centro de la cancha política al trío nombrado.

Dicen que Francisco Cabrera no tuvo nada que ver y que eso ya lo sabe Macri. También, que Lopetegui estaba concentrado en explicar -hasta ahora con poca claridad– los motivos del histórico apagón. Por eso las miradas de la Casa Rosada se posaron en Quintana y las versiones hablan de una fuerte reprimenda y de un intento de volver a la escena política.

El Presidente dio una orden: desactivar esa comisión. Macri está eufórico por el espaldarazo internacional que logró en Osaka. Jair Bolsonaro fue quien modificó la posición de Brasil y habilitó el acuerdo.

Según admiten al máximo nivel del Gobierno, Emmanuel Macron puso una última barrera al convenio Mercosur-Unión Europea.

No fue económica, sino ecológica y apuntó duro contra Bolsonaro. Habría dicho que el brasileño no da garantías ecológicas al mundo y lo acusó de querer arrasar con el Amazonas. Fue Macri quien habló con Bolsonaro. El polémico presidente cambió su intransigencia y con su actitud facilitó el cierre: desmintió a Macron y dijo que entrar al acuerdo lo obligaba, justamente, a cumplir con pautas internacionales sobre el medio ambiente.

El convenio es una “hoja de ruta” de futuras políticas que van mucho más allá de lo económico. Estratégicamente es positivo en el largo plazo, pero requiere de celo negociador para evitar que afecte el empleo en Argentina.

La oposición respondió en clave electoral: oponerse a lo que Cristina auspiciaba cuando era Presidenta. La Casa Rosada hizo una utilización “alegre” del anuncio: intentar instalar que el pacto puede solucionar, por sí mismo, los graves problemas que debe resolver la propia Argentina.

Una empresa europea acumula décadas de estabilidad monetaria, un consumo sostenido, una inflación anual del 2% y tasas del 3%. Una compañía argentina soporta continua inestabilidad monetaria, tiene el consumo en el piso, una inflación del 40% y tasas del 70%.

La asimetría es enorme. El acuerdo no va a resolver los desajustes de la Argentina. Para poder competir los emprendedores requieren una cosa: que el próximo gobierno instrumente un plan económico que normalice la macroeconomía. Hasta ahora ni Macri, ni Alberto Fernández hablan de eso. Esa ausencia de definiciones clave es lo que genera incertidumbre entre inversores.

El FMI anunciará este viernes el desembolso de 5.500 millones de dólares. Será una señal de que nada cambia con la salida de Christine Lagarde, porque es Donald Trump quien apoya la reelección de Macri. La revisión fue aprobada por Roberto Cardarelli, en un informe donde apoya y advierte posibles problemas. El funcionario quedó golpeado, después de que tuvo que aceptar- a desgano y contra sus ideas- la intervención del Banco Central en el mercado de cambios.

En Wall Street apuestan ahora a un triunfo de Macri: esta es la señal concreta que refleja la baja del riesgo país y el dólar sin piso. Los inversores que trajeron fondos en mayo tuvieron una rentabilidad brutal: ganaron un 25% en divisas, 15% en mayo y 10% en junio. Alberto Ramos, el jefe de economistas de Goldman Sachs, llena de elogios a la estrategia de la Casa Rosada. Igual, están atentos a las encuestas. Como los partidos al sistema de recuento de votos.

Hay un total hermetismo, pero el último sábado se hizo un ensayo general de la votación de agosto: está confirmado que hubo fallas en muchas escuelas. El Correo responsabilizó a la empresa Smartmatic y la compañía a cargo del comicio, al Correo. La cuestión estresó a todos y el Gobierno exigió nuevas pruebas: el traspié sembró dudas y todos los líderes políticos, ahora, están en alerta.

 

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