Guzmán pidió la cabeza de Pesce, pero Alberto Fernández prefiere esperar

El ministro se siente fuerte y aspira a unificar bajo su mando a toda la conducción económica, incluyendo el resorte clave del Banco Central.


Por Marcelo Bonelli para Clarín.

El Presidente escuchó con atención y comprendió la rabieta del ministro. Pero, por ahora, decidió no hacer modificaciones en el equipo económico. Alberto habla de diciembre y quiere tener primero cerrado el acuerdo con el FMI. La situación se mantiene en el máximo secreto en la Casa Rosada, el Palacio de Hacienda y en el propio BCRA.

Pero la información circula en la cúpula del gabinete y la tienen confirmada los máximos empresarios de la Argentina. Varios fueron interlocutores –a solas– del Presidente y Guzmán.

Clarín confirmó que Alberto tomó un camino intermedio: dispuso una virtual “intervención” en la mesa de dinero y cambios del BCRA. La decisión no introduce modificaciones en lo formal, pero amplió el poder de decisión del ministro: desde hace una semana un hombre de Guzmán controla ese resorte clave del BCRA.

En otras palabras: Alberto le entregó a Guzmán el corazón mismo del BCRA.

Guzmán ya nombró a un financista de su equipo para esta “supervisión política”: Lisandro Cleri, actual titular del millonario Fondo de Garantía Sustentable.

Cleri y Guzmán trabajaron juntos en la reestructuración de la deuda. Cleri lideró hasta mayo la Unidad de Gestión de la Deuda Pública. Hubo algunas interferencias entre los dos. Ambos las superaron y el ministro lo catapultó al manejo del FGS.

Cleri tiene diálogo con Sergio Massa y también con Máximo Kirchner. Guzmán lo nombró “interventor” en las sombras en el BCRA. Cleri no concurre –a diario– a la mesa de dinero. Pero todas las operaciones las supervisa y los funcionarios de la mesa deben superar su auditoría.

La “intervención” a la mesa de dinero ocurrió hace una semana, en forma paralela al reclamo a fondo de Guzmán contra Pesce.

Pesce considera que las medidas de Guzmán tienen efecto corto y son superficiales sobre el mercado cambiario.

El titular del BCRA volvió a reiterar los reproches y eso provocó la calentura de Guzmán. El ministro se siente fuerte y quiso dar el zarpazo: unificar bajo su mando realmente toda la conducción económica.

El ataque no prosperó, por una cuestión política: Alberto lo aprecia a Pesce y además no quiere modificar nada en medio de la precaria “pax” de estas semanas.

La Casa Rosada vive la tranquilidad de estos días, con excesivo triunfalismo. Hasta ahora -en verdad- no cambió nada de fondo y muchos se dejan llevar solo por evaluaciones superficiales. Es positivo que se haya frenado la escalada del billete y eso descomprimió la tensión. La corrida cambiaria estaba haciendo estragos en la gobernabilidad.

Pero el billete no cede del piso de 150 pesos y la brecha no baja del 100%. El superávit cambiario en septiembre fue de solo US$ 7 millones y las reservas siguen por el piso.

Alberto devaluó –aún con las últimas bajas en la cotización- desde el inicio de su mandato un 98 % el dólar mayorista Contado Con Liqui, y el paralelo un 137 %. Este jueves la inflación confirmó que los problemas están intactos: el 3,8% confirma datos pre-pandemia.

La sangre no llegó al río entre Pesce y Guzmán, también porque el Presidente tiene afecto personal por el jefe del BCRA. En la Quinta de Olivos –además- tienen absoluta confianza en el funcionario, que es un “albertista” puro. Llegó de la mano de radical Julio Cobos al kirchnerismo y lo adoptó el actual presidente. En otras palabras: en Olivos le otorgaron el poder a Guzmán, pero prefieren mantener a alguien que lo vigile y controle.

El Presidente ya lo defendió frente a Cristina: en el último diálogo entre ambos, la vicepresidenta lo fulminó y acusó a Pesce de la corrida cambiaria.

Para Cristina, entre “los funcionarios que no funcionan” se encuentra el jefe del BCRA. La vicepresidenta logró su vendetta personal con el relevo de María Eugenia Bielsa: nunca le perdonó su “sincericidio” y que reconociera que el kirchnerismo robó. En la nomina de Cristina hay otras venganzas previstas.

El Gabinete está “power”. Ginés González García les torció el brazo a varios jerarcas del Frente de Todos, que pretendían imponer un dudoso “intermediario” en la compra de la vacuna soviética. Así lo convenció a Alberto: “¿Qué quieren? ¿que vayamos todos presos?”.

Guzmán viene desgastando a Pesce. Hace unas semanas se encargó de difundir que iba hacer “todo lo contrario” a lo que llevó adelante el BCRA para controlar el dólar. Así se lo dijo a su equipo y se lo comunicó al Fondo: “A partir de ahora, las decisiones las tomo yo”.

Pesce aguantó todos los embates y las acusaciones internas. Le comunicó a Alberto que se quedaba por “lealtad” y mientras que no se devalúe el peso. El funcionario es imperturbable. En los dos mandatos de Cristina soportó tres crisis cambiarias y sobrevivió como vicepresidente del BCRA, a pesar de las renuncias de Martín Redrado, Mercedes Marcó del Pont y Juan Fábrega.

Ahora, Alberto conformó a Guzmán: le otorgó al ministro la intervención de la clave mesa de cambios del BCRA.

El Presidente también envió un mensaje a la caliente interna. Se reunió con varios referentes del Frente de Todos y les ratificó: por ahora no habrá cambios en el equipo económico. Alberto no quiere conflicto precisamente en el momento en que se negocia con el FMI. Como adelantó Clarín, el acuerdo incluye cambios en el pago a los jubilados, aumento de tarifas y recorte en los gastos. Luis Cubeddu y Julia Kozac, esta semana, confirmaron en sus reuniones el plan del acuerdo:

  • Quieren un ajuste mayor y un déficit del 3 %. Guzmán buscar cerrar en el 3,75 %.
  • La misión se iría de Buenos Aires la última semana de noviembre. Tienen reserva para el 23.
  • Se quiere cerrar el convenio técnico el 15 de diciembre.
  • El “Board” lo aprobaría en la reunión prevista posterior al 6 de enero.
  • Kristalina Georgieva exige que el acuerdo lo apruebe el Congreso y que el ajuste lo apoye la oposición.

Este jueves, José Urtubey y Luis Barrionuevo lideraron un grupo de empresarios y sindicalistas que reclamaron que el acuerdo debe buscar la “sustentabilidad económica”. Ya Wado de Pedro envió un claro mensaje del recorte: sin avisar, suspendió el giro de fondos por Adelantos Transitorios.

La liga de gobernadores -desdibujada– entró en estado de shock: la ausencia de ese dinero obliga a recortar las cuentas a los caudillos. Podría generar conflictos con Alberto. Guzmán también los bombardeó: Economía prohibió que cierren sus acuerdos con acreedores externos. Así lo argumenta: “No hay dólares” para abonar los convenios.

Alberto está concentrado en una decisión clave: designar a Daniel Rafecas. El impulso crucial lo negoció –en forma personal- con Horacio Rodríguez Larreta. Este jueves, un emisario de la Casa Rosada estuvo ultimando detalles con el alcalde porteño y María Eugenia Vidal.

Alberto se juega mucho: sería una señal de fortaleza política y un mensaje clave para los poderosos de la economía.

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