El campo se moviliza: los sectores duros quieren un “lockout” agrario

Las últimas acciones del Gobierno calentaron el clima. Hay también hartazgo en muchos sectores empresarios.


Por Marcelo Bonelli para Clarín.

Martín Guzmán volvió a cargar contra Axel Kicillof. Lo hizo en forma oficial, y le marcó en público los errores que cometió cuando fue ministro de Economía. La munición fue pesada. La descargó -nada menos- en una carta oficial del Palacio de Hacienda. Así, Guzmán le tiró en la línea de flotación del relato “progresista” de Axel: cuestionó otra vez que haya aceptado pagar exorbitantes punitorios del 9% al Club de París.

Fue en una nota privada que le envió al titular del organismo francés. En su texto le dice a Emmanuel Moulin: “La tasa de interés del 9% pactada es excesiva”. Y remata: “Excesiva en un mundo de tasas de interés excepcionalmente bajas”. Fue cuando le reclamó a Moulin bajar esos punitorios al 1%.

Guzmán ya había cuestionado el acuerdo que Kicillof hizo en el 2014. Axel aceptó todas las exigencias de los acreedores y cerró el convenio en 24 horas. Ahora lo hizo en forma oficial y por escrito: publicó varias misivas a Moulin en la Web oficial del Palacio de Hacienda, de donde se desprende esa critica a Kicillof.

Guzmán y Kicillof están a los tiros. Axel fue quien lideró –en los últimos meses– los cuestionamientos al ministro. También, el ideólogo del plan antiinflacionario en marcha: congelamiento a presión de las variables macro.

Kicillof le “rodeó el rancho” a Guzmán. Después de la tormenta, existe una «pax» entre ambos hasta las elecciones. Pero ahora el ministro se siente fortalecido. Viaja al G-20 buscando más oxígeno internacional. Estará con Kristalina Georgieva e intentará un diálogo –hasta ahora esquivo- con el Tesoro de EE.UU. Ambos –Kristalina y Guzmán– se verán las caras el 9 de Julio.

Ese día se prepara en San Nicolás una masiva protesta agraria. Luis Etchevehere es uno de los impulsores de la concentración. El ex ministro trabaja activamente con los auto-convocados y opera sobre la Sociedad Rural. Los errores de la Casa Rosada facilitan su tarea. La movilización será amplia: el campo, en forma mayoritaria, quiere expresar su bronca.

Este viernes habrá una crucial reunión de la Mesa de Enlace. Los “cuatro” evaluarán participar de la protesta. Sociedad Rural y CRA anticiparon su adhesión. Coninagro y Federación Agraria dudan: sus líderes no comparten la politización de la medida de fuerza.

Las últimas acciones de la Casa Rosada calentaron el clima. Primero fue el cepo a la carne y, peor, la reunión con Alberto. Clarín anticipó que ese encuentro fue funesto: el Presidente estuvo cálido, pero expuso argumentos ajenos -según los dirigentes- a la realidad del campo y a la ciencia económica.

Informes de inteligencia transmitieron a la Quinta de Olivos que la protesta viene escalando. Según esos anticipos, el viernes próximo en San Nicolás, los sectores duros –y más politizados– van a proponer por aclamación en la asamblea del campo un masivo “lockout” agro-ganadero. Este jueves, esa información circuló en el encuentro reservado del Consejo Agroindustrial. Fue a la tarde.

El “relato épico” que el Instituto Patria armó sobre la Hidrovía les dio combustible a los más revoltosos. El decreto que firmó el Gabinete no contempla la estatización que promocionan los kirchneristas. Los gurkas del cristinismo utilizan ese falaz argumento para conformar a los militantes desencantados con la ausencia de éxitos en el Frente de Todos.

La Administración General de Puertos –que es una sociedad anónima– administra la Hidrovía por tres meses y llama a una licitación anual. Esa licitación de corto plazo –casi seguro- la ganará la actual administradora, la belga Jan del Nul. No hay otra forma de operarla. Es cierto que La Cámpora sueña con adueñarse de parte del negocio. Máximo busca, como Néstor, controlar todas las “cajas”.

Las grandes cerealeras y las automotrices están alertas. Pero saben que la cuestión no será fácil. El “decreto estatizador” dice que después de un año habrá una licitación internacional a largo plazo: la Hidrovía requiere una inversión de U$S 3.500 millones de dólares y el Estado argentino no está en condiciones ni de endeudarse para hacerlo.

El que saldrá del negocio es Gabriel Romero, de Emepa. Romero admitió en sede judicial que pagó al gobierno de Cristina una coima de 600.000 dólares. Fue en la causa de los Cuadernos. Ahora esa tarea la realizará una cooperativa que controla el sindicalista Juan Carlos Schmid, del sindicato de dragado.

La cuestión dista mucho de la propaganda kirchnerista de “recuperar la soberanía”. Otros más rebuscados y nostálgicos volvieron a hablar del IAPI. Fue una propuesta que aplicó Juan Perón en la crisis externa de su segundo mandato: Antonio Cafiero –el abuelo de Santiago- manejó esa estatización de granos. Pero era otra época, hace 70 años: hasta EE.UU. intervenía en todo.

Néstor Kirchner reflotó la idea en el 2008, y la instaló como una inminente medida estatista. En la intimidad de Olivos repetía: “No lo voy hacer. Solo quiero asustar a las cerealeras y conformar a los militantes”. Nunca pasó.

La flema de los duros del Instituto Patria le viene como anillo al dedo a los ultras que convocan a la protesta agraria. El macrismo duro denuncia: “Quieren Venezuela”.

Horacio Rodríguez Larreta -en la oposición- está ganando la pulseada interna. Diego Santilli va a ser candidato del PRO, y el jueves por la noche María Eugenia Vidal y Patricia Bullrich negociaban un -muy posible- acuerdo en CABA. El viaje de Mauricio Macri preanuncia esta victoria de Larreta: su ausencia dejó la cancha despejada para los moderados. La UCR dará su golpe: Facundo Manes se apresta a anunciar su candidatura.

Hay también hartazgo en muchos sectores empresarios por la ausencia de racionalidad en las medidas. El lunes hubo una reunión secreta entre dos poderosos hombres de negocios y Santiago Cafiero. Claudio Belocopitt y Julio Fraomeni fueron sus interlocutores. Querían saber si realmente la Casa Rosada quiere estatizar la salud.

El titular de la Unión Argentina de la Salud fue directo al grano: “Si quieren estatizar no nos desgasten”. Belocopitt agregó: “Armamos un plan ordenado y les entregamos las llaves de nuestras compañías”. Cafiero se sorprendió. Repitió lo que Alberto le dijo a los Gordos de la CGT: “Ese proyecto no pasa”.

Pero los empresarios denuncian un plan para quebrarlos: congelar las cuotas los pone contra la pared. Iba a participar el propio Alberto. Pero al final no pudo compartir la cena íntima. Entre los hombres de negocios no tienen credibilidad esas confesiones. Generan mucha confusión las contradicciones entre los “relatos” y la realidad.

Cristina insiste en impulsar cambios en el Gabinete: quiere recrear expectativas antes de las elecciones. Para eso, pretende mover el tablero. Su intención es que varios ministros “que no funcionan” renuncien y pasen a integrar las listas de diputados. La vice tiene apuntados a todos los “albertistas”. La ofensiva reavivó internas y paralizó –aún más– a los cuestionados.

Alberto enfrenta la propuesta. Rechaza la avanzada de Cristina. Para el Presidente los cambios deben hacerse, pero después de los comicios. La puja interna se recalentó. Mientras las peleas abundan, la economía se desangra. Este jueves se conoció una noticia “bomba”: la poderosa constructora Cartellone se presentó en concurso de acreedores.

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