Presente en el piso de LAM junto a su mamá, Maxi habló a corazón abierto y confesó el difícil momento por el cual atraviesa
El cordobés se sinceró y dijo: «Todo pasó por mí. Quizás el estar al lado de Juli (Díaz) y vivir tan de cerca que alguien está viviendo otras cosas me generaba más frustación o un sentimiento horrible que lamentablemente lo puedo llegar a comparar, feo lo que voy a decir, hasta con cierta envidia». “Estoy frustrado y me daba envidia de que a los otros les fuera bien. No podía salir de ese pozo”, resaltó.
«Me hacía sentir muy mal afectar a otra persona con eso», agregó. Ahí, Ángel le consultó: «Ustedes salen muy famosos todos de la casa de Gran Hermano, después la fama, obviamente, va bajando. ¿Qué tenías depositado en las expectativas laborales, en la fama?»
«Te soy sincero, antes de entrar a Gran Hermano, no tenía expectativas más que decir ‘qué bueno que quizás pueda llegar a esta etapa de mi vida a vivir de algo que disfrute hacer’, porque siempre trabajé atrás de una computadora, pasé por todo», contó Maxi.
Después de contar cómo fue su vida laboral antes del reality, el exparticipante, que trabajó de administrativo en una empresa de seguros y llegó a tener un hostel pero por la pandemia tuvo que cerrarlo, expresó: «Sin querer di con Gran Hermano, o sea, mi expectativa era poder vivir de algo que me entretenga, que me guste hacer. Nada definido. Siempre me gustó la comedia, me gustó el teatro. Pero nunca lo veía como algo cercano. Después que salí empecé a generar expectativas».
«Yo noté que, a diferencia de los chicos, creo que la mayoría de los chicos entraron más preparados a lo que podía pasar. De entrada, por ejemplo, que alguien los represente, los maneje y les diga por dónde ir. Yo salí, se me acercaba un montón de gente y muchos me decían ‘ojo, porque todo el que se te arrime son todos tránsfugas’. Todo era miedo y encima la primera experiencia que tuve no había sido buena. Entonces, no tenía a nadie que me guie y se me complicó», afirmó.
Y sumó: «Desde un principio ya me empecé a desesperar un poco, y después esa desesperación se transformó en frustración. De ver que a los demás le empezaron a salir cosas y a mí me salían y se me caían, o me salían y se la daban a otro».